Tres problemas se
presentan en este apartado: el primero, el del título de la carta: "a los
efesios"; el segundo, el de su autor, y el tercero, el de su dependencia
de la carta a los Colosenses.
La dirección de la carta:
"a los fieles de Cristo Jesús que residen en Éfeso", no es primitiva;
el testigo más antiguo de las cartas de Pablo, un papiro de principios del s.
III, lo omite, ofreciendo el texto más sencillo que figura en nuestra
traducción. Autores del s. II desconocían la dirección "en Éfeso" y
consideraron que la carta estaba destinada a Laodicea (Col 4,16). Por otra
parte, al contrario de las cartas de Pablo, falta todo detalle concreto, todo
saludo a personas. Se ha supuesto, por eso, que la carta fuese una especie de
circular dirigida a las comunidades cristianas.
La carta se presenta escrita por
Pablo, que está en la cárcel (3,1; 4,1; 6,20). El autor, sin embargo, no conoce
personalmente a los destinatarios y sólo de oídas su fe y su amor a los
consagrados (1,14); no tiene tampoco noticias exactas de la predicación que les
anunció el evangelio (4,21); ellos por su parte tampoco lo conocen a él (3,2).
Esto resulta incomprensible si se trata de una carta de Pablo a los cristianos
de Éfeso, ciudad donde el apóstol vivió más de dos años (Hch 19,10; 20,31).
La cuestión de la autenticidad
paulina es también debatida. La lengua y el estilo de Ef es tan diferente del
de las cartas indiscutidas de Pablo (Rom, 1 Cor, 2 Cor, Gál, Flp, 1 Tes, Flm),
que es imposible atribuirlas al mismo autor. Diferencias de vocabulario, de
expresión, de construcción gramatical, sustituyendo las abundantes partículas
paulinas por series de genitivos dependientes, que oscurecen el pensamiento y
producen un estilo redundante y pesado. Su lenguaje es también mucho más
semítico que el de las cartas de Pablo.
Otro argumento contra la autenticidad
paulina se basa en la relación de Ef con Col. De los 155 versículos que componen
Ef, 73 tienen paralelos verbales con Col. Aparte la noticia sobre Fortunato (Ef
6,21-22), que corresponden literalmente a Col 4,7-8, compárense los siguientes
pasajes: Ef 1,6-7 con Col 1,13-14: Ef 1,13, Col 1,5; Ef 1,15, Col 1,4; Ef
2,2-3; Col 3,7; asimismo el uso de la palabra "misterio" o
"secreto" en ambas cartas: en Col 1,26-27; 2,2; 4,3, designa el acto
salvador de Dios por medio del Mesías; mientras en Ef 1,9 expresa la unidad del
universo en Cristo, en 3,3-6 (inspirado en Col 1,26), la participación de los
paganos en la salvación, y en 5,32 tiene el sentido de símbolo o realidad
misteriosa que hace penetrar en la relación de Cristo con la Iglesia. Ninguno
de estos tres sentidos se encuentran en Pablo (vse 1 Cor 2,1.7).
Compárese también la sección de las
relaciones domésticas de Ef 5,21-24; 6,1-9 con Col 3,18-4,1, y se notará
fácilmente el desarrollo de las ideas en un sentido más explícitamente
cristiano.
Ciertas expresiones resultan
difíciles de conciliar con el pensamiento de Pablo, como que los apóstoles y
profetas sean el cimiento de la Iglesia (2,20-21), en contraste con Col 2,7
(construidos sobre él) y, sobre todo, con 1 Cor 1,26 (Cristo único cimiento).
Es poco verosímil también que Pablo se describiese como "el más insignificante
de todos los consagrados" (3,8), aunque sí admitía ser "el menor de
los apóstoles" (1 Cor 15,9). No hay mención de la segunda venida, que de
un modo u otro siempre aparece en los escritos paulinos incluso en Col 3,4. La
inminencia de la venida ha cedido el puesto en Ef a una espera indeterminada
(3,21).
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