3¡Bendito sea Dios, Padre de
nuestro Señor, Jesús Mesías que, por medio del Mesías, nos ha bendecido desde
el cielo con toda bendición del Espíritu!
4Porque nos eligió con él antes de
crear el mundo, para que estuviéramos consagrados y sin defecto a sus ojos por
el amor; 5destinándonos ya entonces a ser adoptados por hijos suyos por medio
de Jesús Mesías -conforme a su querer y a su designio-, 6a ser un himno a su
gloriosa generosidad.
La derramó sobre nosotros por medio
de su Hijo querido, 7el cual, con su sangre, nos ha obtenido la liberación, el
perdón de los pecados; muestra de su inagotable generosidad.
8Y
la derrochó con nosotros -y ¡con cuánta sabiduría e inteligencia!-,
9revelándonos su designio secreto, conforme al querer y proyecto que él tenía
10para llevar la historia a su plenitud: hacer la unidad del universo por medio
del Mesías, de lo terrestre y de lo celeste.
11Por su medio, pues por él Dios hizo
de nosotros su heredad (a esto habíamos sido destinados, conforme al proyecto
de aquel que activa el universo según su plan y su designio), 12para que los
que ya esperábamos en el Mesías fuéramos un himno a su gloria.
13Y por él también, vosotros, después
de oír el mensaje de la verdad, la buena noticia de vuestra salvación, por él,
al creer, fuisteis sellados con el Espíritu Santo prometido, 14garantía de
nuestra herencia, para liberarnos de su patrimonio, para himno a su gloria.
15Por eso, por lo que a mí toca,
enterado de vuestra adhesión al Señor Jesús y de vuestro amor a todos los
consagrados, 16no ceso de dar gracias a Dios por vosotros cuando os encomiendo
en mis oraciones.
17Que el Dios de nuestro Señor Jesús
Mesías, el Padre que posee la gloria, os dé un saber y una revelación interior
con profundo conocimiento de él; 18que tenga iluminados los ojos de vuestra alma,
para que comprendáis qué esperanza abre su llamamiento, qué tesoro es la
gloriosa herencia destinada a sus consagrados 19y qué extraordinaria su
potencia en favor de los que creemos, conforme a la eficacia de su poderosa
fuerza.
EXPLICACIÓN.
3-19. Bendición
a la manera judía, pero de contenido cristiano (cf. 2 Cor 1,3; 1 Pe 1,3); la
bendición humana a Dios responde a las bendiciones divinas a los hombres. Desde
el cielo (3): la prepos. griega en indica al mismo tiempo el lugar donde está
Dios y el lugar desde donde actúa. La bendición de Dios es comunicación de
vida. En el AT, concernía tanto a la vida física personal (abundancia y
longevidad), como a la del linaje (fecundidad). En el NT, la bendición de Dios
comunica la vida de Dios mismo, mediante la infusión de su Espíritu en el
hombre.
Prehistoria del proyecto de Dios (4-6a): desde siempre quiso formar un
pueblo (dimensión comunitaria) de hijos suyos (dimensión personal). Es el amor
a los demás el que consagra y purifica al hombre (4); él es el distintivo de la
nueva comunidad. El ejecutor de este proyecto había de ser Jesús,
Mesías/Salvador. Generosidad (6a) o bien "favor, gracia,
benevolencia"; así a menudo en la carta (1-6a).
Dios
empieza a realizar el proyecto por medio de su Hijo (6b-7), Jesús Mesías; hijo
querido, antigua designación de Israel (cf. Dt 32,15; Is 44,2). La muerte de
Jesús a manos de los poderes de este mundo (su sangre) ha abierto al hombre la
posibilidad de ver cancelado su pasado de injusticia y adquirir una nueva
libertad, una vez quitado el obstáculo para su propia realización.
Modo de
efectuarlo: revelando su designio secreto (8-10). Con cuánta/toda sabiduría e
inteligencia puede interpretarse con mayor probabilidad del modo como Dios hace
esa revelación que de un don que concede a los hombres y que les permite
captarla. El designio consiste en la unidad universal, que tiene como elemento
fundamental la unidad de los hombres (lo terrestre) con Dios (lo celeste). De
la nueva relación con Dios surgirá una nueva relación humana, la del amor. Tal
ha de ser la obra del Mesías. Se inaugura la época final de la historia. La
unidad universal es el tema principal de la primera parte de la carta.
La
realización comenzó por los judíos (11-12), que ya tenían la esperanza del
Mesías/Salvador; pero el Mesías no estaba destinado sólo a Israel, sino a todos
los hombres (13-14). Éstos, por su respuesta al mensaje de Jesús, acceden a la
bendición, cumplimiento de las promesas, que se identifica con el don del
Espíritu; éste los consagra (Santo), sellándolos como propiedad divina (cf. 2
Cor 1,22). Él asegura el porvenir del hombre más allá de esta vida (garantía,
lit. "arras", de nuestra herencia, cf. 2 Cor 1,22; 5,5) y su acción
pretende liberar a toda la humanidad, patrimonio de Dios.
Da gracias a
Dios por los destinatarios (15-16) (en otras cartas, la acción de gracias
constituye el exordio). Motivo: las dos características que definen a un grupo
cristiano: la relación con Jesús (fe/adhesión) y la relación entre sus miembros
(amor).
Añade una
petición o bendición (17-19): El Dios de Jesús es el Padre, es decir, el que
por amor comunica su propia vida (el Espíritu); gloria, riqueza que puede
conceder toda clase de dones; saber/sabiduría que nace de la revelación
interior; ésta se identifica con la experiencia viva del Espíritu, que pone en
comunión con el Padre. La experiencia de su amor y su fuerza hará comprender su
proyecto sobre el hombre y dará la seguridad de su realización. Tenga
iluminados los ojos de vuestra alma, lit. "de vuestro corazón" (cf.
Sal 13,4; 19,19), término que, en la antropología semítica, designa la
interioridad del hombre (alma).
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